UNA SOCIEDAD DE CAJAS NEGRAS
En una sociedad que va hacia el conocimiento también tienen cabida unas curiosas formas de ignorancia.
Estamos rodeados de un denso ecosistema artificial, cargado de unos artefactos novedosos, de los que a su vez no conocemos los principios en los que se basan, y que son indispensables para nuestra vida, por lo que podemos mostrar hacia ellos recelo e incluso rechazo.
Otra característica de la sociedad tecnológica sería por tanto, las cajas negras, formas de ignorancia basadas en el no conocimiento del funcionamiento de los objetos, de los artefactos. Suponen el paisaje de las tecnologías, su opacidad.
INVISIBILIDAD DE LA TECNOLOGÍA
La quinta propiedad de la tecnología sería la miniaturización o la invisibilidad de la tecnología.
El fenómeno asociado a la tecnologia llamado miniaturización consiste en que cuando la tecnología evoluciona por un camino acertado tiende a la miniaturización. En menos volumen hay más prestaciones. Por el contrario, cuando toma un camino equivocado adopta un mayor volumen y menos prestaciones la tecnología.
Esa miniaturización de la tecnología puede llevarnos a un entorno de tecnología invisible, resultado de la propia lógica de la tecnología que tiende a hacerse más pequeña y otra que es mental, una tecnología con la que ya has nacido, se manifiesta de un modo invisible.
Siempre que aparece una nueva tecnología aparece una sensación de extrañeza entre los seres humanos, lo que marca una diferencia mental importante entre aquellas personas que no han nacido en pleno apogeo digital y las personas que han nacido en plena digitalización.
CATASTROFISMO EN LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA
El concepto de catastrofe habría que entenderlo en primer lugar como un suceso brusco de destrucción de la obra del hombre y la muerte de un número sensible de la población.
Un suceso brusco, como un suceso imprevisible y repentino, con un toque de conmoción por la sorpresa, que en poco tiempo produce un daño.La catastrofe no lo sería si no es percibida por una comunidad a la que afecta el daño, sensibilizándola, a la que sobrecoge la incertidumbre. Sin embargo, las catástrofes tienen unos síntomas que las insinúan que sólo perciben algunos.
La presencia de la catástrofe en el mundo de hoy se debe a la capacidad de ver que proporcionan los medios de comunicación.
La catástrofe deja en quiénes la sufren un sentimiento de culpabilidad, que a lo largo de la historia se ha interpretado como un castigo a una mala obra del hombre. Sin embargo, hoy en día no sólo existen catástrofes naturales, sino que también las hay provocadas por la mano del hombre: las catástrofes fruto de las tecnologías y de la ciencia.
Existen unos preocupantes síntomas de que el mundo se desliza por el riesgo de la catástrofe. El gran desafío hoy en día se encuentra en la necesidad de adecuarnos a esos síntomas provocando una crisis cultural que a su vez cambie una serie de valores.
CRISIS PERMANENTE DE LA SOCIEDAD
Por crisis en este contexto entenderíamos la necesidad y el riesgo al cambio en esta sociedad tan dinámica.
Si los cambios no supone una sedimentación de lo antiguo, los cambios suponen un riesgo, puesto que debe abandonar algo que tengo por algo que busco y que no sabemos si encontraremos o si merecerá la pena. De ahí surge la crisis. El ser humano debe cambiar para potenciar sus posibilidades y por tanto, aceptar ese riesgo. La necesidad y el riesgo están inherentes en cualquier fenómeno de cambio.
Existen varias formas en que las diferentes sociedades se han instalado frente al cambio, así se pueden agrupar las sociedades a lo largo de la historia en grupos según su perfil, su comportamiento ante el cambio. Durante miles de años podríamos marcar el perfil de las sociedades como un perfil homoestático, las sociedades fluctuaban alrededor de un determinado equilibrio a lo largo del tiempo. Conforme determinados factores fluctúan de una manera u otra, se desarrollan las diferentes sociedades hasta llegar a nuestros días. Es posible que se creen desajustes entre las diferentes variables que se pueden establecer en una sociedad. También existen los perfiles exponenciales, saturada o logística y por último crítico, es decir, con necesidad de dejar lo que se tiene y buscar con riesgo otra cosa. Este último sería el perfil de la Sociedad Tecnológico, con cualquier variable que quisieras aplicar: economía, valores...
ARMAMENTISMO COMO DEPENDENCIA
El militarismo tiene sus raices y su explicación en el inicio de la formación de esta sociedad, la Sociedad Tecnológica.
Al final de la Guerra Fría, no hay vencedores ni vencidos, con el derrumbe del bloque soviético, el bloque occidental presenta una drogodependencia del armamentismo, principalmente a nivel de mercado (economía).
Además muchas de las investigaciones tecnológicas son tan costosas que no pueden ser sostenidas por las finanzas de mercado pero sí puede hacerlos frente un Estado que no tiene que dar cuentas, por ello, muchas inversiones tienen su procedencia de las ganancias procedentes de la industria armamentística.
Nuestras sociedades están dependientes de esa drogadicción que es el armamento, donde se invierten grandes cantidades de dinero. Se trata de una de las debilidades de esta sociedad. El militarismo como dependencia, esta sociedad está dependiendo en exceso de la industria militar.
CRECIENTE BORROSIDAD ENTRE NATURAL Y ARTIFICIAL
En esta sociedad cada vez resulta más difícil distinguir lo natural de lo artificial y eso nos va a llevar a otro desafío, como una de las características de este modelo de sociedad, desafío a los grandes cambios en valores (morales, religiosos...), el siglo XXI será el siglo de una revolución cultural. La ciencia y la tecnología han creado unos cambios profundos en nuestra sociedad.
En nuestro lenguaje empleamos los conceptos natural y artificial para marcar una forma de ordenar el mundo, uno como positivo y otro como algo negativo respectivamente.
En esta sociedad, se va a dar una fuerte difuminación entre ambos conceptos, cada vez será más difícil distinguir qué es natural y qué artificial, lo que nos va a llevar a unos profundos cambios incluso hasta en los pilares en los que se fundamenta nuestra sociedad.
El hombre se ha mostrado con dos atributos que nos va a servir para definir al hombre del siglo XXI. El hombre extravertido y el hombre protético, dos atributos destacados para definir al ciudadano de esta nueva sociedad.
Se trata de dos sentidos completamente contrarios: por un lado, la que deja fuera en los artefactos que son funciones naturales del ser humano, y por otro, la que pone en contacto con nosotros que son creaciones artificiales.
Esta doble corriente se intensifica en la sociedad de la actualidad por lo que se hace mayor la dificultad de delimitar una separación entre lo natural y lo artificial.
Por ello, la crisis cultural será una de las principales consecuencias de las transformaciones de esta nueva sociedad, al aportar cambios profundos en las interpretaciones de los valores morales y religiosos sobre el ser humano.
NECESIDAD DE LA TECNOLOGÍA
En la sociedad actual, esta tecnología que la conforma agudiza las desigualdades heredadas de la sociedad industrial, que creó unos desequilibrios, unas desigualdades entre las diferentes sociedades.
Sin embargo, no se puede pensar en otra opción para resolver estas desigualdades entre las diferentes sociedades si no se hace a partir de la tecnología.
Recuperando nuevas concepciones del mundo, nuevos valores, nuevas utopías para emplear las tecnologías a fin de paliar las desigualdades, se podría desembocar en una nueva sociedad.
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